pobre atrapado
en cada lugar encendido
en todos los lugares
que mueren y renacen
acá grita, lo siento
con fuerza habitual en este desierto
rojo como la sangre
eterno y extinguido
por el contrario o por el favor
acá grita aulla más bien
lleno de fuerza animal
acá canta en las golondrinas
acá me acepta y me rechaza inesperado
acá tiembla en los bordes de los oídos
acá navega el grito con sus remos
el espacio mítico
en el que estoy sumerjida
acá grita y lo siento nunca y siempre
acá nunca y siempre porque es todo
y todo es lo único que tengo para habitar
no hay nada más que ese grito
lo demás no es la vida
lo demás es tan indecible como, por decir una metáfora
una explanada gris neutra y vacía en la que flota estático el olvido.
Pero no. También las metáforas son metáforas del grito.
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